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Autobiografía II (1914-1944), Bertrand Russell

La segunda parte de la autobiografía cubre la primera guerra mundial, el periodo de entreguerras y la segunda guerra mundial.

Me han parecido de mucho interés los años de la gran guerra en los que Russell continuó desempeñando el papel de reformador social, con una gran visibilidad pública. En estos días centró su foco en la no intervención de Gran Bretaña en la guerra. Es apasionante leer las desventuras de Russell y cómo, poco a poco, fue convirtiéndose, para la mayor parte de la sociedad, en un proscrito, en un tipo indecente, en una persona cuya sola presencia contaminaba un acto o desprestigiaba una institución. Si algo es admirable en Russell es su despreocupación a la hora de crearse enemigos de todos los tipos y colores.

Finalmente, la campaña de la no intervención le costó muchas libras y algún mes de cárcel. También es divertido leer cómo Russell era feliz en la cárcel: le permitían leer y escribir y, además, estaba libre de visitas e interrupciones. ¡ Qué más quería él!.

Después vienen los años veinte y sus viajes a Rusia primero, donde desde el principio se queja de la falta de libertad de los bolcheviques, y a China después, dónde permanece un tiempo dando clases.

Continuamente me asombra la capacidad que tenía Russell de escribir acerca de cualquier tema. Me pregunto lo siguiente: ya se que era un gran filósofo y un gran matemático, pero ¿que tipo de osadía intelectual es necesaria para ponerse a escribir libros sobre educación infantil o sobre cualquier otro tema que se le pasara por la cabeza?.

El asunto de la educación y los niños también le interesó grandemente y tiene interés el asunto de su escuela ‘experimental’. Russell estaba convencido de que las escuelas tradicionales coartaban el desarrollo de gran parte de las capacidades de los niños. Por tanto, no se le ocurrió otra cosa que montar una pequeña escuela, Telegraph House, en medio del páramo, a la que asistían sus hijos y los hijos de algunos de los vecinos de la zona. En esta escuela Russell intentó poner en práctica sus ideas renovadoras (libertad disciplinada y creativa) acerca de la educación, pero el resultado difícilmente pudo ser peor: los niños se peleaban, los maestros no seguian las directrices de Russell, los padres no pagaban las cuotas, la relaciones personales en la familia Russell se estropearon y, por si esto fuera poco, la ruina económica de la escuela. Y es que Russell era de todo menos un hombre práctico.

Tardaré en olvidar la imagen de Russell trabajando en la torre de Telegraph House, rodeado de ventanas, cielo, sol y páramos y colinas por los cuatro puntos cardinales.

Los años treinta y el inicio de la segunda guerra pasan bastante desapercibidos en su autobiografía y Russell les dedica poca atención. Son años dedicados a dar clases, cada semestre en un sitio diferente, ya que, por sus ideas políticas y sociales (en cuanto a la libertad, al sexo, a la guerra, a la religión,…) era dificil, para cualquier institución contratarle, pese a su prestigio intelectual.

Estos años fueron años de dificultades económicas, ya que los ingresos por su trabajo no eran constantes y sus libros no siempre le reportaban los ingresos esperados.

Las cartas agrupadas en este volumen, en general tienen mayor interés que en el caso del primer libro.

Y sin darme apenas cuenta, ya estamos en la segunda guerra mundíal y Russell se ha convertido en un extraño sexuagenario.

Autobiografía I (1872-1914), Bertrand Russell

Hace tiempo que tenía interés en leer la autobiografía de Russell.

Sin duda, Russell fue unos de los intelectuales más brillantes y polifacéticos de su siglo, pero no era eso lo que me motivaba a leer su biografía. El motivo que me hizo atractivo a el personaje fue saberlo capaz de dedicar diez años de su vida a escribir un libro sobre los fundamentos de las matemáticas que, desde que fue escrito, habrá sido comprado por pocos miles de pesonas, habrá sido leído por pocos cientos y habrá sido comprendido por pocas decenas. Estoy hablando de sus Principia Mathematica.

Por fin me he puesto a ello. He encontrado una decente edición de Edhasa. Se echa en falta una buena anotación, ya que sin las correspondientes notas, es mucho de lo contado en el libro lo que se pierde para un lector normal.

El texto fue escrito a finales de la década de los 60 del sigo XX, cuando el autor psaba de los 80 años de edad. Por ello o quizá porque Russell no mantuvo un diario, el texto sabe a poco al lector. Además, el intento de complementar dicho con una buena colección de cartas, no suple esa ausencia. Al menos en este primer tomo

El primer tomo cubre el periodo de tiempo que va desde su nacimiento, en 1872, hasta el inicio de la primera guerra mundial.

Russell nace en un lugar y en un tiempo en que, todavía, la cultura clásica era un elemento del paisaje tan sólido como las colinas o los páramos británicos. Palidezco de envidia a leer cualquier texto que se refiera a épocas y lugares como esos: lugares en los que lo único que había que hacer era alimentarse correctamente, pasear por los páramos y los acantilados bajo la lluvia, el viento y el sol, pasar las horas en la biblioteca leyendo a los clásicos, uno tras otro, y discutir con los contemporáneos de lo divino y lo humano frente a la chimenea con una copa de coñac en la mano.

De este primer tomo resulta de interés el primer contacto de Russell con las matemáticas, su estancia en Cambrigde, su primer matrimonio y su batalla con los Principia. También es de destacar la valentia de Russell a la hora de exponer al público sus sentimientos más íntimos y sus opiniones, por incómodas que estas pudieran resultar.

La máscara de Dimitrios, Eric Ambler

Acabo de leer La máscara de Dimitrios, del escritor británico Eric Ambler.

Este escritor, desconocido para mi,  ha resultado ser un escritor de novela negra o de espionaje de reconocido prestigio hasta hace unas décadas.
Es argumento de la novela, complejo como es habitual en este tipo de novelas, se centra en la peripecia del escritor Latimer es busca de Dimitrios, espia, asesino y traficante de armas, mujeres y drogas.

Latimer es puesto en contacto con la historia de Dimitrios de manera casual, y decide investigar su figura, atractiva a la par que siniestra, por puro placer intelectual. Al fin y al cabo, Latimer es profesor universitario y escritor.
A lo largo de la novela, Latimer se desplaza por toda Europa, siguiendo la sombra de Dimitrios y encontrandose con diferentes personajes, todos ellos de interés, que le van acercando a Dimitrios.

El desenlace de la novela, violento, cierra de manera bastante satisfactoria el periplo de Latimer.

Resulta de gran interés el personaje de Dimitrios por su inteligencia, su maldad, su frialdad y su capacidad para moverse en el submundo del delito en la Europa de entreguerras.
La  historia está narrada con ritmo ágil y resulta de gran interés la contextualización política que hace Ambler de cada uno de los escenarios visitados, todos ellos vinculados con los Balcanes, corazón político de la Europa de aquellos años: Turquía, Grecia, Bulgaría,…

Resulta difícil catalogar la novela. Es una novela de espías por su ambientación, por su localización geográfica y temporal y por la actividad de alguno de sus personajes, pero es una novela negra por la violencia de sus escenas.